La
Cataluña que jamás existió
Román Langosto
Impedir
que la gente pueda acudir a su trabajo con seguridad
y absoluta normalidad ya es un delito, pero
que eso se haga siguiendo las consignas de un asesino
convicto y confeso, autor de la muerte de
un ciudadano respetable, habiendo sido también
acusado y no probada su participación en la muerte
de otro, sobrepasa el concepto jurídico de culpa
y entra de lleno en la ética. Que, además,
el sujeto en cuestión haya sido miembro de dos
grupos armados que actuaron en plena democracia en
actividades terroristas pone nota a los obedientes
individuos que siguen sus consignas. Que, encima, el
sujeto aludido presida un sindicato de corte rabiosamente
separatista, minoritario e insignificante también
otorga calificación
a sus supuestos votantes.
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Carles
Sastre. Dirigente de Intersindical-CSC, el
sindicato convocante de la huelga general en Cataluña
el 21 de febrero de 2019. Fundador del grupo terrorista
Terra Lliure. Fue condenado a 30 años de
prisión por el asesinato en 1977 del empresario
José María Bultó, propietario
de la fábrica de motos Bultaco, mediante
una bomba adosada al pecho y la amenaza de hacerla
estallar si no pagaba 500 millones de pesetas.
El empresario se negó y la bomba estalló.
Unos meses después, en 1978, fue asesinado
el exalcalde de Barcelona Joaquín Viola
Sauret y su esposa, Montserrat Tarragona Corbella
también mediante una bomba en el pecho.
de la misma forma en circunstancias similares
a la muerte de Bultó.
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No
es discutible, obviamente, la reinserción social
de cualquier delincuente tras haber cumplido la pena
impuesta. Y no es discutible porque está recogida
en la Constitución. Ahora bien, antes hemos hablado
de ética. Detener ilegalmente a los ciudadanos
que acuden a trabajar o a cualquier otro asunto, supone
un desprecio a la libertad, la personal y la social,
de dimensiones insoslayables. Impedir ilegalmente que
esos mismos ciudadanos puedan desempeñar sus
funciones diarias, sin atender a detalles, también
es un menosprecio de primer orden.
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Carlos
Sastre fue condenado en 1985 a 30 años
de prisión por el asesinato de Bultó
y en julio de 1987 a 18 más por pertenencia
a banda armada y tenencia de armas, de los cuales
solo cumplió once. Fue absuelto del asesinato
de Viola y de su esposa por falta de pruebas.
Carlos
Sastre formó parte de las listas electorales
de la CUP en las Elecciones al Parlamento de Cataluña
de 2012 en la circunscripción de Lérida.
Desde
2013 lidera la Intersindical CSC, un sindicato
de ámbito catalán que se declara
independentista.
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Hacer
todo eso, además de siguiendo directrices como
las apuntadas, en virtud de soliviantar a la ciudadanía
en favor de unos dirigentes
políticos que están siendo juzgados por
sus concretas actividades en un momento determinado
-y jamás por sus opiniones, pues no
existen presos políticos en España desde
el final de la dictadura franquista-, daña, como
decimos, la más grosera percepción ética.
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De
izquierda a derecha: Carlos Sastre Benlliure,
secretario general de la Intersindical CSC, Joan
Tardà i Coma, diputado en el Congreso
de los Diputados en representación de Esquerra
Republicana de Catalunya (ERC), partidario de la
secesión de Cataluña y Arnaldo
Otegi Mondragon, coordinador general de Euskal
Herria Bildu (EH Bildu). Ha sido encarcelado en
cinco ocasiones por apología del terrorismo
y colaboración con ETA y en 2009 por pertenencia
a banda armada. Es responsable de la explosión
de una gasolinera, de robos de vehículos
a mano armada, del asalto al gobierno militar de
San Sebastián y del secuestro del director
de Michelín Luis Abaitua, que fue retenido
en una cueva de Elgóibar durante diez días. |
¿Y
las consecuencias de semejantes actos? Un reparador
de gas no puede llegar a un geriátrico donde
se han quedado en pleno febrero sin calefacción.
Un camión de harina no acude a la fábrica
donde se hace pan y aquel día se detiene la producción.
Un médico no acude a un paritorio y nace una
niña con tales dificultades que seguramente le
durarán toda la vida. No sigo, ¿para qué?
Son ejemplos de gente que he oído esta tarde,
nada más. Habrá, y mejor no conocerlos,
algunos miles más.
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A
la izquierda Carlos Sastre Benlliure, secretario
general de la Intersindical CSC, una de las personas
que fueron convocadas por el expresidente de Cataluña
en 2017, Carles Puigdemont Casamajó,
en la cumbre independentista celebrada en diciembre
de 2016 en el Parlamento catalán.
A
la derecha el actual presidente de la Comunidad
Autónoma de Cataluña, el señor
Joaquim Torra Pla, político independentista
catalán, presidente de la Generalidad de
Cataluña desde 2018.
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¿Y
la responsabilidad? Tales planteamientos descosen por
las costuras el disfraz de los maleantes que quieren
subvertir la realidad con sus ficciones. No existe ninguna
instancia política emanada del pseudorreferéndum
del 1-O. No existe mandato del pueblo porque la mayoría
de la gente se quedó en casa y solo votaron aquellos
convencidos que sabían perfectamente que estaban
cometiendo un acto ilegal. No existen los presos políticos,
como tampoco existe ninguna clase de represión
ni menoscabo de la libertad.
Únicamente
ellos, los separatistas, aupados en sus falsificaciones
de siempre, enardecidos por políticos que ufanamente
los aplauden y promueven, son los que procuran con sus
actividades crear un clima
de enfrentamiento, por ejemplo, no dejando que los demás
se expresen, manipulando su prensa y su TV, despreciando
a los que no piensan como ellos, impidiendo que nadie
muestre discrepancias y presentándose ante el
mundo como el humillado y ofendido pueblo catalán.
Gracias
a los terroristas reinsertados constatamos que aquella
Cataluña abierta, solidaria y libre que algunos
soñaron, no ha existido jamás.
Barcelona,
25/02/2019
Román
Langosto
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