Golpistas
Román
Langosto
Conviene
hablar claro y, sobre todo, hablar con argumentos. Y
eso es precisamente lo que ha hecho el fiscal Javier
Zaragoza.
La
democracia española de 1978, que emana como estado
superador de una dictadura larguísima y abochornante,
ha sufrido dos golpes de estado: el primero a manos
de un iluminado un 23 de febrero, con escaso apoyo del
estamento castrense y menos de la sociedad civil; el
segundo, a manos de un grupo perfectamente organizado,
en connivencia con algún canal televisivo y ciertos
grupos, tanto de la prensa como de las finanzas, y el
apoyo de miles de personas que creyeron llegado el momento
de colmar sus afanes.
Pero
lo llamativo de lo dicho por Javier Zaragoza ha sido
la cita: nada menos que ha traído a Hans Kelsen.
Un jurista que tuvo que huir del nazismo para salvar
su propia vida y sus propias ideas. En Kelsen no se
daba ninguna circunstancia religiosa, simplemente el
jurista planteaba los fundamentos de la democracia.
Asunto harto peligroso en aquellos momentos y en aquellos
lugares. Simplemente, la democracia
y la pertinencia del derecho y la ley. ¿Por
qué el derecho es justo? ¿Emana la ley
de algún concepto moral? ¿Por qué
se pueden juzgar las acciones? En definitiva, los argumentos
que separan el bien del mal.
Javier
Zaragoza ha dicho que lo ocurrido en Cataluña,
que lo auspiciado por el gobierno y buena parte del
Parlamento de Cataluña entre septiembre y octubre
de 2017, según las categorías
de Kelsen, fue un golpe de estado. El segundo
golpe de estado sufrido por la democracia española.
Semejantes
hechos pronto recibirán una sentencia. Esperemos
que nada ni nadie trunque el dictamen de la justicia,
en caso contrario, Hans Kelsen quedará deslegitimado
y ¿quién podría deslegitimar al
sustentador del regularizamiento democrático?
Barcelona,
8 de junio de 2019
Román
Langosto
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